SOLO

SOLO

Hace unos días me escribía en Instagram una persona que conozo y no conozco. Sí, esta dualidad extraña que ofrecen las redes sociales, donde uno puede socializar con alguien a quien no ha visto nunca y permanecer mudo ante quien, un día, fue compañero de clase o trabajo (incluso de vida) y ahora es solo un generador de fotos a quien concederle unos likes gracias a una cortesía por nuestra parte que ya casi ni alcanzamos a entender.

En el mensaje que recibí se solicitaba una explicación por mi parte (o, más bien, un recordatorio) a la gente que tuviese a bien seguirme. Al parecer, dicha persona no soportaba ver más «solos» con tilde. Más sólos. Le había costado mucho, añadía al por lo demás escueto texto, acostumbrarse a la norma actualizada de la RAE. La Academia, por si hay algún despistado, nos indicó hace ya un tiempo a los ciudadanos de a pie que «solo» nunca más necesitaría llevar tilde; al menos, hasta nueva orden. Que el «solo» adjetivo y el «solo» adverbio compartirían grafía idéntica. Un gesto de confianza por parte de los académicos, que dieron por hecho que sin la ayuda de una tilde sobreviviríamos con éxito a cualquier aventura ortográfica.

Le prometí a esta persona que sí, que tendría en cuenta su petición y publicaría algo al respecto. Y aquí estoy, aunque quizás no de la manera esperada. Porque al leer ese mensaje me sacudió una sensación un poco rara. Aparecía en él reflejada la palabra estrella unas cuantas veces. Solo, solo, solo. Y ocurrió lo que a veces me sucede cuando leo o repito en voz alta una misma palabra demasiadas veces. Se despojó de su significado, pasó a ser solo una secuencia de cuatro letras. Una pronunciación extranjera, ajena a lo que un día había aprendido sobre ella. So-lo. S-o-l-o. Sooolooo.

Ya no es necesaria la tilde para diferenciar al adverbio del adjetivo

Cuando recobró su sentido, o yo recobré el mío, volví a leer el texto salpicado de esta palabra. Y hacerlo me llevó hasta unos artículos que había leído recientemente. Todos tenían que ver con el alquiler de viviendas en este país de nuestros días. Todos venían a resumir lo improbable (todavía no imposible, todavía) de irse a vivir solo. Solo. Alguno de esos textos periodísticos tenía apariencia de reportaje, otro de crónica; uno de ellos pretendía ser un mero análisis riguroso del mercado. La conclusión que se podía sacar al leer cada uno de ellos es que lo de vivir solo en España, en pleno 2021, había dejado de ser un derecho (siendo precisos, había dejado de serlo antes) para convertirse en un privilegio.

Claro que la palabra «privilegio» había mutado también en su forma y fondo. Al no tener una tilde que arrancarle, había sufrido la amputación en su alma. Y, de esta manera, «privilegio» había pasado a designar una buhardilla de dieciocho metros cuadrados por quinientos sesenta euros mensuales. Facturas y comisión de agencia al margen, por supuesto. Esto por poner solo un ejemplo. En los artículos mencionados aparecían unos cuantos más, pero no es necesario hurgar en la herida; perdón, en el privilegio.

Me asaltó entonces una nueva palabra, salida de la nada y motivada por el todo. Soltero. Y es que de dicho término había creído siempre, hasta hace algunos años, que estaba directamente relacionado con aquel que impulsó este texto. Solo-soltero, no me digáis que no hay ahí un parentesco evidente. Pero atendiendo a la etimología de cada una, la primera proviene del latín solus, mientras que la segunda lo hace de solŭtus. «Solo» quiere decir, por tanto, «sin nadie más». «Soltero», por su parte, «suelto» (en referencia a «no casado»). Claro que, raíces aparte, ambas palabras terminan cogiéndose de la mano. No son lo mismo, pues la soledad no tiene por qué abrazar necesariamente a la soltería y viceversa, pero alguien que está solo y alguien que está soltero se encuentran ante el mismo privilegio anteriormente mencionado: un acceso muy complicado a una vivienda de manera independiente.

Así las cosas, todo parece indicar que en la sociedad en la que vivimos priman las parejas y los grupos antes que los desparejados y los desagrupados. Se anuncian bonos bebé para incentivar la natalidad mientras quienes ya están vivos y coleando sufren las penurias de un sueldo exiguo y un alquiler prohibitivo. Porque el ser humano sufre de horror vacui. La soledad y el vacío horrorizan a la especie, la independencia y la libertad están penadas (o gravadas), por más que compartan el resto de códigos habituales. No importa si eres educado o no, trabajador o no, respetuoso o no, amigable o no, compañero o no, generoso o no, amante o no. Importa si cualquiera de las cualidades anteriores las desarrollas solo o acompañado.

Ya no hace falta tildar la palabra «solo», no. Ese es el resumen. Porque, hoy en día, ya no se merece ni una tilde que le haga compañía. Ella solita se lo ha buscado; la palabra, digo. Por atreverse a significar tanto en un tiempo en que se la quiere reducir a tan poco. Hay gente, sin embargo, a la que le pesa sentirse sola. Que cambiaría con gusto esa situación. Pero a esos tampoco hay una mano que tenderles. Porque solo cambiará el hecho de sentirse solo que luches solo por no estar solo. Leyendo esto último, quién diría que la tilde estaba de más. Quién diría que la soledad, que no el desamparo, lo estaría también.

8 Comentarios
  • Ramón
    Publicado a las 11:26h, 07 julio Responder

    Fermoso artigo, Pablo. Canto pode dar de si a ortografía! Pois seguiremos reivindicando “solo” sen estar “solo”. Apertas!

    • Admin
      Publicado a las 12:43h, 07 julio Responder

      Moitas grazas, Ramón. O bo é que o de reivindicar a palabra “solo” pódese facerse xuntos. Unha aperta!

  • MANUELA IGLESIAS SANMARCO
    Publicado a las 12:25h, 07 julio Responder

    Estupendísima reflexión que pon o “acento” no relevante, a saber, as estructuras socioeconómicas tan pouco solidarias coa xente “solitaria”.

    • Admin
      Publicado a las 12:45h, 07 julio Responder

      Grazas pola lectura, Manuela. A ver se «solitario» e «solidario» poden convivir sen contratempos.

  • Lara
    Publicado a las 06:24h, 08 julio Responder

    Brutal texto, que coincido, debería estar bien visible en cualquier medio y no sólo (subrayado y negrita) aquí 🤗

    • Admin
      Publicado a las 14:31h, 08 julio Responder

      Lo importante es que haya siempre un lugar para escribir y para leer, aunque lo alumbren menos focos. Muchas gracias por tu tiempo, Lara.

  • Igor
    Publicado a las 11:12h, 08 julio Responder

    Mientras escribas y leamos, compañero, no estarás solo. Ni nosotros. El silencio nos a-sola.

    • Admin
      Publicado a las 14:33h, 08 julio Responder

      Touché, amigo. En la lectura y en la escritura nos encontraremos siempre.

Publicar un comentario