El colibrí, Sandro veronesi

Portada de El colibrí

Llegué a Sandro Veronesi sin conocer nada de su obra anterior. Fue la recomendación acertada, una vez más, de una librera de cabecera. Hay que hacer caso a los médicos de confianza, en este caso a los que prescriben literatura. Lo cierto es que apenas presté atención a la sinopsis reflejada en la contracubierta (cosa extraña, aunque estábamos a comienzos de un nuevo año, y en esas fechas somos muchos los que tendemos a obrar y pensar de manera distinta, aunque solo sea por unos días).

Lo que encontré en el interior de este libro fue una preciosa historia, de argumento en apariencia sencillo y de pretensiones medidas, que crece a lo largo de las páginas gracias a la prosa magnética (por momentos, casi poética) del autor. El colibrí es la narración que se centra en la vida de un personaje alrededor del que orbitan muchos otros, y que toca temas como la familia, el amor, el desamor, el duelo, la esperanza y, en definitiva, el motor o motores que mantienen la vida en marcha a pesar de que los acontecimientos que la construyen nunca puedan preverse con total acierto.

Sandro Veronesi, autor de la obra

Marco Carrera es el protagonista insignificante y mayúsculo a la vez de una historia cuyo valor reside en los ojos de quienes la observan. Esto tiene su artificio, claro, y en este caso se trata de una estupenda voz narrativa que se erige en guía de los acontecimientos que salpican y llenan las vidas del (des)afortunado personaje y de quienes lo rodean. Por supuesto, este narrador se rige según sus propias normas: los saltos temporales son uno de sus principales recursos, y aunque en un primer momento puede parecer poco sencillo seguir el curso de los acontecimientos, pronto el lector se acoge a las reglas del juego. Se vale también del género epistolar para reflejar con mayor detalle la naturaleza de la relación que se da entre Marco y su singular amor platónico, correspondencia y vínculos que vertebran el libro entero. 

Leer esta novela es conceder una oportunidad a que una vida de ficción se cuele en una de verdad. Todo es tan palpable, tan emotivo, tan auténtico (incluso aquello que, intencionadamente, se disfraza de improbable) que llegar hasta al final es precisamente eso: decir adiós a una etapa, a un ciclo, a una vida. Contada de manera maravillosa.

Ver la obra en el catálogo de la editorial Anagrama.

No hay comentarios

Publicar un comentario